Como cada año, el día 22 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Tartamudez, momento en el que se pretende concienciar y sensibilizar a la población sobre este trastorno y sus características principales. En esta ocasión, te traemos algunas de las estrategias y técnicas empleadas en consulta para su intervención.
La tartamudez o disfemia es un trastorno del habla en el que la persona experimenta interrupciones involuntarias a lo largo del discurso. Estas disfluencias o bloqueos pueden ir acompañadas de tensiones musculares más evidentes a nivel de cara y cuello. Además, pueden repercutir negativamente en la interacción del individuo en el ámbito social, educativo y/o laboral, ya que compromete la comunicación del individuo en estos contextos.
Existen varias formas clínicas de tartamudez (evolutiva o fisiológica, neurogénica y piscógena), así como también se describen diferentes tipos de disfluencias (tónica, clónica y tónico-clónica o mixta) que se trasladan en forma de repeticiones de palabras o sílabas, prolongaciones de sonidos o palabras y/o bloqueos en la emisión del habla.
Estas manifestaciones presentes en el discurso de las personas que tartamudean se conocen como comportamientos primarios y suelen ir acompañadas de otros comportamientos secundarios, los cuales se pueden dividir en:
- Fisiológicos. Reacciones involuntarias, tensión física o movimientos asociados, entre otros.
- Verbales. Uso de muletillas, ruidos en el discurso, interrupción del habla, cambio de tema o uso de circumloquios, entre otros.
- Emocionales. Aparición de frustración, tristeza y/o ansiedad, como consecuencia de las disfluencias.

Los estudios científicos publicados en los últimos años están aportando información muy valiosa no solo para desmitificar esta entidad clínica, sino para entender su origen y sus posibles abordajes.
A día de hoy, se sabe que los tratamientos tempranos tienen sentido, ya que más allá de ayudar a aceptar las disfluencias desde pequeños, brindan opciones terapéuticas muy diferentes a lo que se había realizado hasta el momento para su minimización y mejora, además de recomendar diferentes pautas y estrategias para que el entorno más cercano del infante pueda comprender y manejar esta alteración.
El tratamiento de la disfemia también se podrá llevar a cabo en adolescentes y adultos, haciendo especial hincapié en el manejo de las disfluencias, pero también en el autoconocimiento y afrontamiento del trastorno.
Sin embargo, es imprescindible tener en cuenta que no deberemos poner el foco en hacer desaparecer los comportamientos primarios, puesto que se trata de una entidad clínica persistente y estos no remitirán, aunque sí será posible reducirlos.
Técnicas empleadas en el tratamiento de la tartamudez
Actualmente, el tratamiento de la tartamudez ha evolucionado significativamente e implica un trabajo global que va mucho más allá de los tradicionales ejercicios de respiración, relajación, control del ritmo, etc. El uso de técnicas de habla específicas, basadas en la evidencia científica, así como del manejo de las emociones durante el discurso y el autoconocimiento, serán fundamentales para controlar y mejorar las disfluencias.
Además, los objetivos terapéuticos deberán definirse en cada caso de manera individualizada, teniendo en cuenta diferentes variables como pueden ser la edad, tipo de bloqueos, comportamientos secundarios asociados y contexto, entre otras.
Por ello, deberemos incidir en los diferentes ambientes en los que se desenvuelva el paciente y, especialmente en el caso de público infantil, deberemos ofrecer pautas y estrategias tanto a la familia como a la escuela, a fin de extrapolar todo aquello practicado en sesión a su contexto próximo.
A continuación, te presentamos algunas de las técnicas empleadas en consulta para adaptar el patrón de habla del paciente:
- Flujo de aire continuo o airflow. Consiste en empezar a hablar después de haber soltado un poco de aire con el fin de abrir los pliegues vocales y prevenir el bloqueo.
- Inicios suaves o easy onsets. Se trata de promover la aducción suave de los pliegues vocales.
- Fonación continua. Tendrán que mantener la producción sonora a lo largo de un enunciado, enlenteciendo el habla y favoreciendo el uso de pausas.
- Cancelación. Se entiende como detener de manera voluntaria la fonación ante la aparición de una disfluencia, para así reducir la tensión y retomar de manera suave la fonación.
Existen otras muchas técnicas y deberemos seleccionar aquellas que mejor se adapten a cada caso.
Además, deberemos incidir sobre el contexto del paciente, especialmente en la población infantil, deberemos coordinarnos con la escuela y la familia, con el fin de minimizar las reacciones desafortunadas y la presión e incentivar un estilo comunicativo y un ambiente que faciliten la fluidez del habla.

Así, podremos generalizar el uso de estas estrategias fuera de la consulta, mediante la búsqueda de situaciones espontáneas de comunicación en las que emplear las técnicas trabajadas.
Por otro lado, en el caso de los infantes, deberemos adaptar el tratamiento mediante el uso de recursos y materiales atractivos y divertidos que permitan fomentar su motivación.
Como veis, la disfemia es un trastorno del habla complejo que debe ser evaluado e intervenido, por profesionales especializados, teniendo en cuenta todas las variabilidades presentes en cada caso, con el fin de poder adaptar el patrón de habla de nuestros pacientes, buscando un habla más lenta y una articulación más suave, evitando intentar hacer desaparecer las disfluencias.
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