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¿Sabías que jugar con la comida puede llevar a que un niño pruebe nuevos alimentos?

Todos hemos escuchado alguna vez un “¡Con la comida no se juega!”. Pero contrariamente a la creencia popular, jugar con la comida es en realidad una manera maravillosa de que los niños aprendan y descubran nuevos alimentos. ¿Por qué?

  1. Probar un nuevo alimento puede llegar a ser estresante, especialmente para aquellos niños con problemas sensoriales y/o aversiones alimenticias. Pero, si se hace la introducción del nuevo alimento a través del juego, se está eliminando la presión/ansiedad de tener que morderlo y consumirlo.
  2. Jugar con la comida permite a los niños alejarse un poco del tenedor. La comida nunca debe de ser forzada, por lo que se puede usar el juego como una estrategia previa a la alimentación para que estos interactúen con alimentos que normalmente no harían y establecer así una familiaridad con este alimento sin ningún tipo de confrontación.
  3. Recuerda: ¡Los niños aprenden jugando! La comida no es una excepción. Así que, déjalos que primero aprendan sobre los alimentos a través del lenguaje que más conocen. Déjalos sentir, oler, ir a cavar en un “pantano de espaguetis” o llevar sus juguetes a través de un “bosque de brócoli”.
  4. El sentido del gusto y del olfato están estrechamente conectados entre sí cuando comemos. Si los niños se acostumbran al olor de un alimento antes de probarlo, este es otro paso para minimizar lo “desconocido” y darle un mordisco.
  5. El juego con la comida también refuerza la conexión mano-boca. La alimentación con las manos comienza alrededor de los 6 meses de edad como primer paso hacia la alimentación independiente o autónoma, y a partir de ahí continuamos usando nuestras manos con la comida. Tanto nuestras manos como nuestra boca son órganos sensoriales altamente perceptivos a las texturas. Por lo tanto, manipular alimentos puede insensibilizar a un niño a y ayudarlo así a probar nuevos alimentos.

Hay un sinfín de ideas divertidas para jugar con la comida que van desde jugar en el mismo plato, hasta ensuciarse con alimentos reales en un entorno fuera de las horas de las comidas:

  • Hacer sellos con manzanas cortadas, patatas, etc. para fomentar la creatividad.
  • Dejar que los niños cocinen con nosotros.
  • Cortar alimentos de diferentes formas.
  • Hacer caras u otros elementos (personas, paisajes, etc.) usando diferentes alimentos.
  • Hacer “castillos de arena” con azúcar moreno o “gusanos” llenando pajitas con gelatina.
  • Excavar en busca de dinosaurios en la “arena” de azúcar moreno, pan rallado o quinoa.

¡Se creativo, diviértete y no tengas miedo a ensuciarte!

Para los niños con aversiones severas a las texturas y defensividad oral, ten en cuenta que es posible que debas trabajar previamente algunos aspectos para poder empezar a jugar con comida real. Empieza presentando diferentes alimentos a modo de juguete para familiarizarse e interactuar con ellos.

En ocasiones, el simple hecho de tener un alimento nuevo en la mesa, sala o seión ya será un progreso. Después, con la comida real, acerca el alimento hacia la mesa de manera progresiva, no es necesario que lo toquen, con que dejen que esté allí, ya es un avance. Con el paso del tiempo lo tocarán y jugarán con él, con el objetivo final de darle un mordisco. Recuerda que la terapia de alimentación puede conllevar un proceso largo. ¡Ten paciencia y celebra cada progreso!