Nueva formación! para logopedas profesionales como tú.

Las principales características del Trastorno del Desarrollo del Lenguaje

En la publicación de hoy, os venimos a hablar sobre el Trastorno del Desarrollo del Lenguaje o TDL, un trastorno que afecta aproximadamente al 7% de la población, siendo más prevalente en el sexo masculino.

Un diagnóstico precoz es clave para reducir las dificultades presentes y aumentar las habilidades lingüísticas del infante, así como para asegurar la minimización de sus repercusiones en el ámbito escolar y social del niño.

¿Qué es el TDL?

Concretamente, se trata de un trastorno del neurodesarrollo que altera la adquisición y el correcto avance del lenguaje comprensivo y/o expresivo, de todas o algunas de las dimensiones lingüísticas (fonología, léxico, semántica, morfosintaxis y pragmática).

Su gravedad y manifestaciones varían en función del individuo y su edad, por lo que podemos afirmar que se trata de un trastorno heterogéneo. A pesar de todo, existen ciertas características comunes entre los pacientes, de las cuales os hablaremos más adelante.

Finalmente, debemos destacar que el TDL tiene una etiología multifactorial, aunque se relaciona principalmente con antecedentes genéticos y causas ambientales.

¿TEL o TDL?

A lo largo de los años, este trastorno ha pasado por diferentes nomenclaturas. Fue en 1822 cuando Gall describió por primera vez un caso que presentaba este tipo de problemática relacionada con el lenguaje.

A pesar de todo, no existía todavía una definición clara sobre el trastorno ni tampoco un consenso en cuanto a su denominación, por lo que el término fue evolucionando a lo largo de los años.

A finales del siglo XX, tanto autores de la comunidad científica como expertos del ámbito clínico empezaron a emplear el término Specific Language Impairment o SLI (Trastorno Específico del Lenguaje o TEL, tal y como lo conocemos en castellano), de manera consistente en los diferentes estudios y durante la práctica profesional. No es de extrañar, entonces, que esta terminología cogiera fuerza en los últimos años.

Dicha denominación, se basaba en la consideración de que este trastorno repercutía específicamente en el lenguaje, sin afectar otras áreas del desarrollo del infante. De esta manera, se consideraba un trastorno, en esencia, homogéneo.

Sin embargo, esta consideración ha suscitado numerosos debates. Si bien es cierto, el término TEL ha permitido muchos avances y ha sido utilizado consistentemente en el ámbito clínico. No obstante, no refleja la variedad inherente en el trastorno, por lo que se considera impreciso.

La nueva nomenclatura, TDL, implica que este puede ir acompañado de otras patologías comórbidas y, aunque sigue centrando su afectación en el lenguaje, no deja de lado otras dificultades que también se pueden observar en este tipo de pacientes, como son alteraciones del procesamiento o de la memoria.

¿Cómo diferenciarlo de otras dificultades?

A pesar de todo, en algunos casos podemos encontrarnos con niños que presentan un inicio tardío del lenguaje, pero cuyas dificultades lingüísticas no son compatibles con un trastorno.

En estos casos, hablamos de retraso del lenguaje o RL, por lo que es imprescindible saberlo diferenciar del TDL.

En primer lugar, el RL se define como una dificultad principalmente expresiva del lenguaje de carácter homogéno. Recordemos que anteriormente os habíamos comentado que el TDL puede afectar tanto a la expresión como a la comprensión y se considera heterogéneo.

Además, un retraso implica una evolución tardía de una determinada función, mientras que un trastorno se caracteriza por causar una evolución desviada con respecto a su cohorte.

Por esta razón, la respuesta al tratamiento de ambas dificultades será muy diferente: mientras que los pacientes con RL responderán positivamente al tratamiento, en el caso de pequeños con TDL se observará una evolución más lenta.

Finalmente, en el TDL se puede advertir una marcada dificultad en el área de la morfosintaxis, mientras que en el RL las alteraciones fonológicas y léxicas son las que limitan el adecuado uso de la morfosintaxis.

¿Cuáles son sus características principales?

Por último, os hablaremos sobre los criterios utilizados para poder diagnosticar este trastorno. Estos se dividen fundamentalmente en cuatro puntos: exclusión e inclusión, discrepancia y persistencia.

En cuanto a los criterios de exclusión e inclusión, se considera que el CI no verbal debe situarse por encima de 75, mientras que debe obtenerse mínimo 1’5 DT en pruebas de lenguaje para poder ser diagnosticado. Además, el TDL no debe estar justificado por ninguna otra patología, ya sea daño neurológico, hipoacusia u otro trastorno que curse con dificultades lingüísticas.

Con respecto al criterio de discrepancia, se determina que la diferencia entre las habilidades lingüísticas y el resto de funciones cognitivas deben diferir. Por otro lado, también deben divergir dichas habilidad con la edad cronológica del pequeño.

Para terminar, el criterio de persistencia hace referencia a que este trastorno es permanente y resistente.

¿Conocías los cambios que se han producido últimamente en cuanto a la nomenclatura y los criterios de diagnóstico del TDL? Sin duda, es importante mantenerse actualizado, a fin de garantizar una correcta detección entre nuestros pacientes. Por otro lado, ¿te gustaría conocer algunos ejercicios para intervenirlo?

Mundo Logopedicum
El equipo redactor de Mundo Logopedicum está formado por múltiples profesionales del ámbito sanitario como logopedas, psicólog@s, odontólog@s, odontopediatras... que colaboran generando contenido de interés tanto para otros profesionales como familias, compartiendo nuevos puntos de vista y sus propias experiencias profesionales con el fin de aportar un valor añadido a las publicaciones de nuestro blog.