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Las competencias emocionales

Trabajamos la Educación Emocional a través de ellas

¿Qué son?

Bisquerra y Pérez (2007), en el artículo Las competencias emocionales, hablan de las emociones en el ámbito competencial. En su escrito, el GROP (Grupo de Investigación en Orientación Psicopedagógica) define el concepto de competencia emocional como “la capacidad de gestionar adecuadamente una serie de habilidades, capacidades, destrezas, actitudes y conocimientos para comprender, expresar y regular de forma apropiada las emociones”. Además, el GROP también conceptualiza cinco grandes bloques de competencias emocionales:

  • v  CONCIENCIA EMOCIONAL: Consiste en reconocer y tomar conciencia de las propias emociones y las de los demás.
  •     Tomar conciencia de las propias emociones, identificarlas y etiquetarlas.
  •      Dar nombre a las emociones
  •    Comprender las emociones de los demás

 

v  AUTONOMÍA EMOCIONAL: Se entiende como un concepto amplio que incluye diversas características relacionadas con la autogestión personal.

  •    Autoestima
  •      Automotivación
  •      Actitud positiva
  •    Responsabilidad
  •    Autoeficacia emocional
  •    Resiliencia
  •    Análisis crítico de las normas sociales

 

v  REGULACIÓN EMOCIONAL: Capacidad de gestión de las propias emociones de forma adecuada. Control de nuestros estados internos y tener estrategias para gestionar emociones negativas y para autogenerar emociones positivas.

  •    Tomar conciencia de la interacción entre emoción, cognición y comportamiento
  •    Expresión emocional
  •    Regulación emocional
  •    Habilidades de afrontamiento
  •    Competencias para generarse emociones positivas

 

v  COMPETENCIA SOCIAL: Es la capacidad de mantener buenas relaciones con otras personas.

  • Dominar habilidades sociales básicas (saludar, dar las gracias, despedirse, tener una actitud dialogante…)
  • Tener respeto a los demás
  •  Comunicación receptiva
  •  Comunicación expresiva
  •  Compartir emociones
  • Asertividad
  • Prevención y solución de conflictos (capacidad de negociación)
  • Capacidad de gestionar situaciones emocionales

 

v  COMPETENCIA PARA LA VIDA Y EL BIENESTAR: Capacidad para adoptar comportamientos apropiados y responsables para afrontar satisfactoriamente los desafíos en nuestro día a día (ya sea de ámbito social, profesional, familiar, entre otros).

  •    Fijar objetivos adaptativos
  •    Toma de decisiones
  •    Buscar ayuda y saber acceder a los recursos adecuados
  •    Ciudadanía crítica, activa, cívica, responsable, comprometida
  •    Bienestar subjetivo (transmitir el propio bienestar a los demás)
  •    Fluir

Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 1993, propuso incluir a nivel internacional, dentro de la educación formal, la enseñanza de unas habilidades para la vida, basadas en la inteligencia emocional y similares a las competencias emocionales que se han definido anteriormente. Éstas son: 

  •    La capacidad para tomar decisiones
  •    La habilidad para resolver problemas
  •    La capacidad de pensar de forma creativa
  •      La capacidad de ser crítico
  •    La habilidad para comunicarse de forma efectiva
  •    La habilidad para establecer y mantener relaciones interpersonales
  •    El conocimiento de uno mismo
  •    La capacidad para establecer empatía
  •    La capacidad de manejar las propias emociones
  •    La habilidad para gestionar las tensiones o el estrés.

Y, ahora que sabemos la teoría, ¿por qué es importante educar las emociones en Educación Infantil?

Según Bisquerra (2012) aplicar la inteligencia emocional en educación se traduce como un trabajo en educación emocional. Así pues, éste es un concepto más amplio que recoge aportaciones en el ámbito neurocientífico, y diversas investigaciones que ayudan a conformar un modelo de competencias emocionales que deben ser transmitidas a través de la educación. 

El autor define la educación emocional como un proceso, educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo humano, con objeto de capacitarse para la vida y con la finalidad de aumentar el bienestar personal y social. (Bisquerra, 2000:12)

El autor define la educación emocional como un proceso, educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo humano, con objeto de capacitarse para la vida y con la finalidad de aumentar el bienestar personal y social. (Bisquerra, 2000:12)

Por tanto, la educación emocional adquiere una gran importancia porque es un proceso que ayuda a hacer posible el desarrollo integral de la persona, ya sea en el ámbito social y emocional, físico e intelectual. Bisquerra (2012) confirma que este tipo de educación es una forma de prevención primaria inespecífica. Es decir, existen evidencias empíricas que demuestran que la aplicación de una programación para la educación emocional tiene un impacto positivo por la disminución de la ansiedad, el estrés, actitudes indisciplinadas, y comportamientos de riesgo, como el consumo de drogas, la violencia y la delincuencia.

El autor también afirma que desde el GROP se entiende que la adquisición de las competencias emocionales es esencial para conseguir una ciudadanía efectiva y responsable. Esto se debe a que la educación en competencias emocionales potencia una mejor adaptación al contexto, y la capacidad de gestionar de forma adecuada las adversidades y obstáculos. De esta forma, las competencias emocionales favorecen los procesos de aprendizaje, las relaciones interpersonales y la solución de problemas, entre otros.

Cabe destacar que en la entrevista de Eduard Punset en Linda Lantieri en el programa Redes (2009), Punset explica cómo actualmente se han unificado dos corrientes de pensamiento relacionadas con la educación emocional: la contemplativa, ejemplificada por Dalai lama, y la de la ciencia occidental. Dado que, los científicos han descubierto que las técnicas contemplativas como la meditación pueden dar grandes beneficios dentro de la educación social y emocional.

Linda Lantieri, como pedagoga y experta en aprendizaje social y emocional, defiende que, para conseguir buenos resultados en los aprendizajes sociales y emocionales, es necesario llevar a cabo actividades que fomenten un gran trabajo interior, ya que estas prácticas son esenciales para calmar la mente y potenciar la concentración en partir de técnicas de relajación y/o meditación.

Vale, educamos en la escuela. ¿Pero hay que educar emocionalmente a las familias? ¿Es necesario?

Es fundamental saber cuál es la manera más efectiva para incidir en el colectivo familiar y, por tanto, saber hasta qué punto condiciona a los hijos/as que los padres y madres sean más o menos competentes emocionalmente.

Esther García Navarro (2012) afirma que es imprescindible que en la familia se eduque en competencias emocionales y, sobre todo, es importante que los padres tomen conciencia del hecho de que vivir en un clima familiar donde predomina el estrés, la ansiedad, la irritabilidad, la tristeza o la depresión tendrá consecuencias graves en la misma salud y en la de sus hijos. Por tanto, esto no significa que no podamos sentir emociones negativas, sino que consiste en tener conciencia de las mismas emociones y hacer un trabajo de autogestión para sentirse mejor con uno mismo y con los demás. Pues, el primer paso es que los padres y madres sean capaces y capaces de desarrollar diversas competencias emocionales para conseguir ser un referente para sus hijos e hijas. Por eso, la autora propone una serie de actividades para desarrollar estas habilidades en los padres, empezando por un trabajo de conciencia emocional, a nivel personal, y terminando por un trabajo de empatía, en el ámbito más social.

En la misma línea que la anterior autora, Elisabeth de Ornano (2012) explica que la familia adquiere una gran importancia a la vez que los hijos puedan recibir una educación emocional adecuada, ya que, si los padres son capaces de gestionar adecuadamente las emociones, los hijos tendrán mayor facilidad al hacerlo.

Por tanto, las dos autoras coinciden en que los familiares deberían aprender a conocer, regular y gestionar las mismas emociones para poder educar a sus hijos de forma coherente y responsable, favoreciendo un mejor desarrollo y aprendizaje emocional y social de los niños y niñas.

Elias, Tobias, Friedlander y Antón (2018) ponen de manifiesto que hay que ser consciente y comprensivo con que el tiempo de las familias es muy valioso y que muchas veces no pueden permitirse el tiempo ni la energía emocional para controlar o amainar el caos que se puede formar en casa. Pero que, si se quiere trabajar la educación emocional correctamente, y esto es lo que se pretende conseguir con la propuesta de este trabajo, estos deben desarrollar técnicas basadas en trabajar sus emociones y las de sus hijos e hijas de forma inteligente, constructiva, positiva y creativa. Es aquí donde entra el papel del o la maestra. El docente es el especialista que está dotado de todas estas técnicas y herramientas y, por tanto, es su responsabilidad formar a los niños con estas, y porque esta formación continúe en casa, los familiares también deben estar formados. Los padres y madres deben conseguir que sus hijos e hijas muestren respeto hacia las personas diariamente y aprender a tratar el tiempo de forma realista.

Por tanto, es primordial que los profesionales de la educación seamos conscientes de la falta de acciones educativas en relación con la educación emocional fuera del ámbito escolar. Ya que este trabajo debería ser un trabajo continuo, coherente y transversal entre familia, escuela, y contexto. Es fundamental tener presente la gran responsabilidad que tiene la familia en el bienestar emocional del niño y/o adolescente y, a la vez, de la falta de conocimientos, recursos y estrategias que tienen muchos padres y madres en relación con la educación de sus hijos.

Hay que buscar la manera de trabajar las diferentes competencias emocionales con las familias para conseguir padres y madres más conscientes emocionalmente, más inteligentes y preparados y preparadas para actuar de referentes de sus hijos e hijas.

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Muy pronto hablaremos sobre inteligencia emocional. ¡No te lo puedes perder!

Mundo Logopedicum
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