Desde edades tempranas, el juego adopta un papel crucial en el desarrollo de los sentidos, la motricidad y la imaginación de los pequeños. Además, cuando este se produce de manera conjunta, lo cual implica la interacción de los participantes, también permite fomentar su lenguaje y habilidades sociales.
A pesar de que el juego está presente desde los pocos meses de vida, este pasa de ser un juego funcional a convertirse en juego simbólico a partir de los 2 años.

Sin embargo, esta actividad continuará teniendo una gran relevancia a lo largo de toda la infancia de nuestros hijos, alumnos y pacientes.
Un pequeño apunte histórico
Piaget, pedagogo reconocido por sus aportaciones en cuanto al juego, señalaba que los niños necesitan poder explorar y experimentar para poder entender los conceptos y principios que les rodean. Como ya sabemos, una buena manera de hacerlo es mediante el juego.
Por esta razón, en 1959 propuso diferentes estadios del juego en función de la estructura del mismo, así como la etapa y la edad del niño:

- Juegos de ejercicio (1m – 24m). Se trata de una etapa basada especialmente en la exploración física de los diferentes objetos.
- Juego simbólico (a partir de los 2 años). A partir de esta etapa, se empiezan a emplear símbolos para simular diferentes objetos o situaciones reales. Se trata de un juego imaginativo en el que se imitan escenas cotidianas.
- Juego con reglas (7a – 12a). Consiste en un juego estructurado por normas en el que los diferentes participantes deben respetar, por lo que la interacción es la protagonista.
¿En qué consiste el juego simbólico?
El juego simbólico se define como un tipo de actividad lúdica en la que se recrean o pretenden situaciones y/u objetos irreales o inventados. Se caracteriza por ser imaginativo y por implicar el uso de símbolos, ya sea mediante gestos, palabras o imágenes.
Por lo tanto, el niño es capaz de recrear situaciones inventadas, las cuales se basan en hechos reales. Durante el mismo, se simula que diferentes elementos reales o imaginarios son otros inventados o ficticios. Por ejemplo, hacer cómo si bebieran agua de un vaso invisible.
De esta manera, se produce el distanciamiento entre el significado representado y el significante, a medida que dicho juego adquiere una mayor complejidad.
¿Cuál es el papel del juego en el desarrollo del lenguaje?
Volviendo a la influencia que tiene el juego simbólico sobre el lenguaje, a lo largo de esta actividad es necesario expresar las acciones realizadas y, por ende, se produce un aumento de las producciones verbales, lo cual trascenderá en la mejora de las habilidades lingüísticas del hablante.
De hecho, esto no pasa solo en niños más mayores. En etapas iniciales del desarrollo, los adultos ya involucran a sus hijos en protoconversaciones, es decir, interacciones repetitivas en las que, aunque el bebé todavía no hable, la madre o el padre le hablan y esperan a que este reaccione, ya sea mediante una sonrisa o algún sonido, para después volver a decirle alguna otra cosa (Aparici y Noguera, 2012).
Este tipo de interacciones, por lo general, se producen durante las diferentes rutinas del día, entre las que destacaremos el juego conjunto. Mediante este tipo de actividades repetitivas e interactivas, se incentivará no solo la expresión, sino también la comprensión de los más pequeños.
Por esta razón, no es de extrañar que cuando el desarrollo del juego se produce de manera atípica, también se puedan dar otras alteraciones, en las habilidades sociales y comunicativas del infante.

Herramientas para incentivar el juego simbólico
Para poder llevar a cabo este tipo de juego, es muy útil poder contar con herramientas y juguetes que permitan elaborarlo. A continuación, os compartimos algunas recomendaciones que podréis encontrar en el apartado de “Juguetes terapéuticos” de nuestra web.
- Figuras de madera – Fantasía. Mediante estos detallados personajes de madera podremos explicar cuentos e historias tradicionales o inventados. Además, no solo es un recurso ideal para fomentar el juego simbólico, sino que también les permitirá elaborar frases complejas, inspirar la narración de historias y desarrollar el vocabulario.
- Cajas de frutas de madera. El juego simbólico por excelencia se realiza a partir de elementos presentes en nuestro día a día. Mediante estas piezas de madera cortables fomentamos la autonomía y la creación de situaciones cotidianas junto a los más pequeños. Además, se trata de una herramienta muy interesante para aumentar el léxico relacionado con este campo semántico. Por otro lado, una vez terminado el rato de juego, pueden ordenarlas en función de su color.
- Caja registradora de madera. Este material es ideal para aprender la relación entre el dinero y los precios, a la vez que nos permitirá también incentivar los turnos de habla, las habilidades de inicio, mantenimiento y finalización de la conversación, además del uso de las diferentes fórmulas sociales.
- Bloques emociones. Se trata de un divertido recurso para familiarizarse y trabajar las emociones desde pequeños. Con él, podrán identificar las emociones básicas y ampliar el vocabulario específico vinculado con ellas. Estos bloques les ayudarán, por lo tanto, en la gestión y expresión emocional.
- Granja con animales de madera. Este juego cuenta con animales de madera y una alfombra que facilitará el transporte de este recurso ¡a todas partes! Sin duda, es un juguete tradicional y efectivo en la estimulación del lenguaje, ya que favorece la ampliación del vocabulario que se relaciona con este campo semántico, así como la formulación de frases de menor a mayor complejidad.
Como puedes comprobar, el juego simbólico es una actividad indispensable para el correcto desarrollo del lenguaje. Por esta razón, puede resultar una herramienta muy interesante en sesión o en el aula para estimularlo, especialmente entre los alumnos y pacientes más pequeños. Dota tu casa, consulta o clase de herramientas y juguetes que permitan llevarlo a cabo, y favorece que los niños ¡dejen volar su imaginación de la manera más motivadora posible!
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