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PSICOMOTRICIDAD: TRABAJARLA POR RINCONES

Psicomotricidad: metodología dinámico-relacional

El concepto de Psicomotricidad y su metodología de trabajo en el aula ha evolucionado exponencialmente en estas últimas décadas, dotando a los profesionales de muchas herramientas y posibilidades de acción. Es por eso que hoy te proponemos una metodología innovadora para trabajar la psicomotricidad desde una perspectiva global del niño y niña, teniéndolos en cuenta como seres que actúan desde sus estructuras motrices, afectivas y cognitivas.

Este método de trabajo se inicia desde la actitud propia del o la psicomotricista. Según Aucouturier et al. (1985), para que se pueda dar una relación vinculante y de respeto por parte del profesional, el/la educadora debe desarrollar un sistema de actitudes basándose en:

  • La escucha activa, entendida como acoger y entender al sujeto tal y como es para ayudarlo a evolucionar.
  • La asimetría, que establece una relación de diferenciación del sujeto, convirtiendo al educador o educadora como su compañero simbólico que juega para él y no con él.
  • La seguridad-ley, que permite al adulto ser el representante de la sala y la seguridad de los infantes, no su ley.

¿Pero cómo aplicamos todos estos hechos teóricos a la práctica de una sesión de psicomotricidad? A continuación, te mostramos una estructura de sesión basada en este método.

En primer lugar, dividimos la sesión en fases de aprendizaje en función del tiempo disponible de cada clase. Pero es MUY IMPORTANTE, aunque las sesiones puedan ser cortas, que se respeten la sucesión de las fases y aparezcan todas. En último lugar, hay que tener presente que cada fase tiene su importancia y su aprendizaje significativo, así que, para que se consigan todos los objetivos de la clase, hay que seguir los siguientes pasos.

¿Cómo distribuimos la sala?

Esta metodología se trabaja por rincones de aprendizaje. El/la psicomotricista tiene que tener claros los objetivos de la sesión y distribuir el material por la sala de manera que los niños y niñas trabajen todos estos hitos motrices. Por ejemplo, podemos crear cinco rincones: uno para trabajar el equilibrio, otro para trabajar el salto, uno para practicar el arrastre, otro para la coordinación óculo-manual y el último, por ejemplo, para trabajar la escalada.

De esta manera ofrecemos a los peques diferentes opciones de trabajo y les damos la posibilidad de escoger cuál les apetece más trabajar en esa sesión. Conseguimos obviar la obligatoriedad de una actividad y limitamos, así, las actividades dirigidas. Es faena del profesional redirigir y ayudar a sus alumnos a pasar por todos los rincones motivándolos y dándoles espacio. Fomentando el juego libre conseguiremos que los niños y niñas pasen por todos los rincones cuando a ell@s más les apetezca y cuando se sientan realmente preparad@s para hacerlo, evitando así, posibles frustraciones y traumas. 

Hay que tener en cuenta que cada espacio que creemos tiene que estar asegurado. El adulto debe sentirse tranquilo al dejar que sus alumnos jueguen en cualquier rincón de la sala y vayan a estar seguros. Si hay alguna zona de la sala que no sea del todo segura o que el infante vaya a necesitar ayuda, el/la educadora debe mantenerse ahí como figura de apoyo y sobre todo dejarlo bien claro a los niños y niñas en la fase de acogida.

Fases

  •       FASE DE ACOGIDA

Es el momento donde nos quitamos los zapatos y nos sentamos en círculo para hablar. Se procede a recordar las normas de la clase y a presentar y explicar la actividad del día.

  • FASE DE ACTIVIDAD MOTRIZ Y JUEGO

. Muro de destrucción o juego de choque: en el inicio de la sesión buscamos un estímulo que rompa con el tono muscular de los niñ@s y que les ayude a introducirse en el estado de juego que buscamos. Un ejemplo es el muro de destrucción, que consiste en colocar en forma de castillo las piezas blandas de psicomotricidad con las colchonetas adecuadas para que sea seguro. Los peques se colocan delante de la construcción y se cuenta hasta tres. Entonces pueden salir corriendo y chocar contra el muro, haciéndolo caer.
. Juego sensoriomotor: en esta fase algunos niñ@s seguirán jugando con los bloques blandos. Los demás entenderán que ya ha comenzado la sesión y, como previamente en la fase de acogida les hemos explicado en qué consiste, pueden ir libremente a los diferentes rincones colocados en la sala a jugar.
. Juegos presimbólicos y simbólicos: en este momento, dentro de la fase de juego, el/la psicomotricista añade a la sala material neutro como pueden ser: telas, cartones, tubos, cajas o botellas. Sin dar ninguna pauta ni condicionar a los peques, éstos comenzarán a crear situaciones simbólicas con estos objetos dando rienda suelta a su imaginación y creatividad y motivándose para conseguir hitos motrices sin darse a penas cuenta. Por ejemplo, una tela puesta como una súper capa puede ayudar a un niño/a a sentir más confianza en sí mismo/a y conseguir escalar un peldaño más.
. Recogida y relajación: el adulto debe haber avisado que la sesión va finalizando y cuando ese momento llegue promover que los niños y niñas recojan los materiales. Seguidamente hay que bajar pulsaciones para poder anticiparnos a la fase que viene. El/la psicomotricista debe fomentar un ambiente agradable y tranquilo, proponiendo actividades de relajación muscular, masajes o con música.

  • FASE DE REPRESENTACIÓN Y REFLEXIÓN

Esta podría considerarse la fase más importante de la sesión. Es el momento de separarse de sus emociones y poder verbalizarlas. El/la docente prepara diferentes materiales para que ésto suceda. Podemos ofrecer dibujar aquello que más nos haya gustado de la sesión, un momento incómodo, nuestro rincón favorito, alguien con quien hayamos jugado, etc. Podemos reflexionar sobre conflictos que hayan sucedido en el aula, secuenciar la sesión y repasar los tiempos, entre otras muchas opciones.

  • FASE DE DESPEDIDA

En esta fase los peques vuelven a ponerse los zapatos y se despiden del aula y del adulto consiguiendo acabar y romper correctamente con la clase.

¿Y, cómo avaluamos a los peques con esta metodología?

Pues a través de la observación. La observación tiene el objetivo de entender al niño o niña y ayudarle a progresar. Si observamos, como educadores y educadoras conocemos la realidad de los infantes y, por lo tanto, podemos ir ajustando cada intervención.

Cada sesión debe tener unos objetivos definidos por el/la psicomotricista en función de las diferentes propuestas programadas y, a través de la observación y la intervención en su actividad motriz y su juego, el adulto podrá valorar los hitos motrices, emocionales y cognitivos de cada alumn@. Deberá anotar su evolución y motivar al niño o niña a superarse día a día.

¡Esperamos que haya sido útil!

¡Hasta el próximo blog!

Mundo Logopedicum
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