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«Prevenir, no esperar»

Entrevista a Alicia Fdez-Zúñiga Marcos de León

 

Alicia Fdez-Zúñiga – Psicóloga, especializada en trastornos de lenguaje, comunicación y aprendizaje. Directora del centro clínico Instituto de Lenguaje y Desarrollo (ILD). Profesora Asociada de la Universidad Autónoma de Madrid (hasta 2012).

Autora de publicaciones sobre comunicación y lenguaje, tartamudez infantil, trastornos de aprendizaje, problemas de conducta y orientación a padres de niños con dificultades.

  

 

1. ¿Cómo despertó su interés por la tartamudez?

Me interesó desde el comienzo de mi trabajo profesional. Además mis compañeros de trabajo me derivaban sus casos, tanto niños como adultos. Cuando hice mi tesina, con la investigación sobre el tema, me metí de lleno con los estudios, tratamientos, aspectos teóricos, etc., y fue básico para conocer mejor el problema.

 

2. ¿Cuáles son las alteraciones de la fluidez de riesgo?

Cuando el niño interrumpe la fluidez del habla, con repeticiones de sonidos o sílabas, prolongaciones o atascos (bloqueos) al hablar espontáneamente. Si el niño hace esfuerzo para hablar y se observan movimientos asociados a los bloqueos, en la cara o el resto del cuerpo, estamos ante signos de riesgo para desarrollar un problema de tartamudez en el futuro.

 

3. Si un niño de 2 años y medio o 3 repite sílabas y se atasca y hace fuerza para hablar, ¿estas faltas de fluidez pueden ser señales de riesgo?

El tartamudeo se manifiesta con estas repeticiones o atascos pero también hay que tener en cuenta que estas faltas de fluidez es habitual que no aparezcan siempre, sino que surgen ante determinadas situaciones o personas y también con diferente intensidad. Asimismo puede ocurrir que el niño esté semanas sin que aparezca de igual forma o que hable fluido algunos días.

 

4. ¿Qué se puede hacer?

Para salir de dudas, es conveniente consultar un logopeda o profesional especializado, que realice una evaluación de las dificultades del niño, les indique si necesita tratamiento y qué pueden hacer los padres en casa para favorecer el habla fluida.

 

5. ¿Cuál es su incidencia?

El mayor riesgo para tartamudear se encuentra entre los 3 y los 4 años en el 50% de los casos, disminuyendo a un 25 % en las edades de 5 y 6 años. En la población escolar la incidencia se encuentra entre un 3% y un 4,5% siendo más alta en preescolares. En la edad adulto es de un 1% de la población.

 

6. ¿Cuál es la etiología de la tartamudez?

La etiología es aún desconocida y no se cuenta con datos que proporcionen una explicación global del trastorno. Sin embargo las investigaciones apuntan a considerar el origen del problema a la implicación de diferentes factores fisiológicos, genéticos y ambientales (la historia familiar, predisposición genética, desarrollo neuromuscular y el ambiente general y familiar del niño), los cuales son factores que influyen en el inicio del tartamudeo en el niño.

 

7. Sabemos que en los primeros años del desarrollo lingüístico la tartamudez puede considerarse un aspecto evolutivo.

Es frecuente que los problemas de fluidez se presenten en las primeras etapas del desarrollo del niño, entre los 2 y medio y los cuatro años. Se sabe que estas dificultades tienen una tendencia a remitir en el año o año y medio siguiente a su aparición, sin intervención profesional.

Sin embargo, no es conveniente esperar a su posible desaparición. Es importante consultar lo antes posible y determinar si existe riesgo de continuar con disfluencias o que se agraven. Valorar si estas dificultades están alterando los patrones de interacción y de comunicación con la familia, como indican los estudios.

 

8. ¿En qué momento sugeriría una consulta especializada?

Las investigaciones indican que el tartamudeo desapareció antes cuando se evaluó 4 meses después de iniciadas las disfluencias. Los casos que no se recuperaron fueron evaluados 19 meses después de iniciado el tartamudeo.

Luego, no hay que esperar. Desde que se observan las dificultades en el habla es conveniente evaluar para luego decidir, pero siempre dar orientaciones a los padres sobre qué es la dificultad, como manejar la comunicación y cómo ayudar al niño.

En todas las alteraciones del lenguaje y la comunicación se insiste en la prevención y en la atención temprana y lo más temprana posible ¿por qué en el tartamudeo de inicio muy temprano (como sucede en el 90 % de los casos) no se aplica esta máxima en la que todos los profesionales estamos convencidos?

 

9. ¿A qué profesional tenemos que acudir?

La evidencia indica que la derivación a un profesional experto, con formación y experiencia en esta dificultad.   Generalmente suelen ser los logopedas, pero cuando existen otros problemas psicológicos, puede ser necesaria la intervención de un psicólogo (también especializado) y ambos trabajar coordinados.

 

10. ¿En qué consiste el diagnóstico de la tartamudez?

Entrevistar a los padres, evaluar al niño y analizar las circunstancias socio- ambientales donde se está desarrollando. Descartar problemas de lenguaje.

En el adulto la evaluación de adolescentes o adultos es necesario evaluar además del habla, aspectos emocionales, sociales, autoestima, etc.

 

11. ¿Cuál sería el tratamiento en estos casos?

Habitualmente los programas se centran en dar recursos para controlar el habla y paralelamente ensayar esos recursos fuera de la sesión, en aquellas situaciones en la que la persona tiene dificultades.

Así mismo se abordan el temor a tartamudear y hablar en determinados situaciones.

Hay que tener en cuenta que para escolares también existen programas con los que el niño puede recuperar la fluidez. Igualmente existen tratamientos para los adultos, aunque en la edad adulta el problema ya puede estar cronificado.

También se pueden abordar muchos aspectos: del habla, motores, emocionales, ansiedad o autoestima, etc,. que pueden mejorar la comunicación y la calidad de vida de las personas disfluentes.

 

12. ¿Realmente se cura la tartamudez?

Como cualquier otro problema, no es un tema de curación. Es un trastorno del habla, no una enfermedad. Puede variar de una persona a otra y proporcionar recursos lo más temprano posible puede mejorar la fluidez, la comunicación y la confianza de la persona en su capacidad para comunicarse.

El profesional debe confiar en que puede ayudar a la persona que consulta por este problema. Si no es así, mejor derivarlo.

¿Me vuelvo a preguntar?

Otros trastornos como un TEL o un TDAH son problemas por definición que se mantienen a lo largo plazo. Y no por ello se plantea si se «Cura» el problema.

Igual que otros trastornos existen diferentes grados de dificultad y posibles asociaciones o no de otros problemas.

 

12. El próximo día 22 de octubre celebramos el Día Mundial de la Tartamudez. ¿Qué mensaje le gustaría hacer llegar a la sociedad?

La importancia de PREVENIR y NO ESPERAR en el diagnóstico de este trastorno.

 

Mundo Logopedicum
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